lunes, 19 de enero de 2015

Chava Jiménez, genio y figura.

En periodos invernales, llenos de emociones mohínas y taciturnas, y con la vista de paisajes fríos y solitarios, me vienen sensaciones de recuerdos, recuerdos imborrables y que llegan a enternecerme, bien por la grandeza de lo ocurrido, bien por lo dramático e inesperado de lo acontecido.
En esta ocasión, voy hablar de ese personaje ya para la historia del ciclismo, de como se puede llegar a ser un icono, y un corredor para el espectáculo, a caer en el más absoluto declive, por culpa de factores en su vida llena de torbellinos.

El Chava, empezó en la escuela del Barraco de ciclismo, su complexión fuerte y alta, le hacían tener una supremacía abismal respecto a los demás. En las competiciones de amateur y nivel semi-profesional, ganó la mayoría de las carreras.
Su fisonomía y físico, fuerte y esbelto, no se asemejaban a su perfil de ciclista, más bien a la de un rodador, pero en la perspectiva de verlo subir y escalar, se podía atisbar un corredor diferente, con un poderío y potencia, no común en los escaladores, de cuerpos finos y livianos.
Su fichaje por el equipo más exitoso del panorama ciclista, el Banesto, le sirvió para pulirse y dar el salto a profesional y así darse a conocer y colocarse en las primeras páginas de los rotativos deportivos.
Su carisma y esa manera tan extravagante de competir, digámos, fuera de los cánones del ciclismo, le hicieron muy rápido convertirse en el más querido por la afición española.
La popular expresión es como  un genio, capaz de lo mejor y de lo peor, le venía como anillo al dedo, era capaz de maravillar e impresionar a los amantes de este deporte, con ataques increíbles y sublimes, y al día siguiente perder más de 10 minutos en una etapa, debido a su poca perseverancia y constancia. La peculiar forma con la que corría le apartó de alcanzar cotas más altas, sobre todo en carreras de 3 semanas, en las que sólo logró subirse al podio final una vez . Y digo que solo una vez, porque sus prestaciones como ciclista le podrían haber hecho un deportista de época, pero por su voracidad en los ataques, por su perfil de ciclista - espectáculo, que animaba la carrera en las primeras cuestas que se divisaban, por su empeño de ganar y hacer disfrutar cuándo llegaba la montaña,  y de correr para los demás, sin pensar en el más allá, le resultaron decisivas.
Para él lo más importante, era tener el cariño del público, por eso queda la sensación, de que con sus tremendas cualidades para este deporte, no llegara a más, por no pulirlas o no sacárle partido a ellas.
Para el recuerdo quedarán todas sus hazañas, etapas y clásicas logradas, aquellas 4 etapas de montaña ganadas consecutivamente en la Vuelta a España 1999, demostrando una superioridad no vista en esta especialidad, así como la ya histórica etapa del Angliru, un puerto inédito hasta la fecha, y considerado el más duro y exigente del panorama nacional, en la que el Chava, en una etapa marcada por la lluvia y niebla consiguió poner su nombre en las páginas doradas del ciclismo, al ser el primero en ganar allí.

En la recta final, su mayor derrota fue la de perder el calor de la gente y el poder anímico, y de ahí a desinteresarse de su afán por el ciclismo, debido a gente que se aprovechó de su bajón psicológico. Su trágica muerte de un infarto, fue llorada por el deporte español, se iba unos de los deportistas más carismáticos de la pasada década, su manera de vivir la vida, se la llevó un torbellino, todo en él lo era así. Las pintadas de apoyo en las calzadas y los gritos de  "Chava Chava"  permanecerán allí para siempre.

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